Vengo de calibrar los muelles de la bicicleta de carreras, de calibrar el deseo apartidista, democrático y cada minuto, purtroppo, efímero de las acampadas de mi ciudad, de calibrar si merece la pena cortarse el pelo o dejarme un moño, si peinarme a la derecha o a la izquierda, de calibrar con mi cámara de fotos la sinuosidad de las palmeras del parque, de darle al click y disparar ráfagas de silencio para capturar el tiempo, de calibrar si aquello que rebosa felicidad finge risas, si sonríe por inercia, por cultura o esperanza, de calibrar enamorados pelando la pava, dándose el lote y así hasta calibrar que aquella niña desafía a toda lógica, no puede votar todavía, no quiere montar en bici, tiene el pelo rubio y ocre, besa inocente, no disimula su mueca al reír, simplemente calibra sus ojos higiénicos frente a la lente de mi cámara.
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