lunes, 28 de marzo de 2011

GRAFFITI



Conozco gente, allegados, desalmados, mercenarios e incluso amigos que se dedican al noble arte de embellecer la ciudad con atrezos en clave de slogan. Profesionales, algunos de ellos, que hacen de una pared roída en Cáceres o Villanueva de la Serena un mural digno de convertirse en arte del siglo XXI. También están, y de éstos hay muchos, que se dedican a reírse del síndrome de Stendhal, garabateando firmas bajo pseudónimo. Tags pseudo pueriles,  superado con creces por parvularios tiza en mano. 
La gran mayoría, emergen del vandalismo, y al menos en nuestra región, hacen del grafiti una especie de blog urbano con cara de anónimo. Un anonimato que hace en ocasiones más atractiva la mirada del ciudadano. Una especie de despecho amoroso, como rezaba el relato de Julio Cortázar, o un grito con profundidad de campo que busca hacer infinito un callejón sin salida.  

En Badajoz y tras las máscaras del carnaval, se han escondido delincuentes que han decidido en consenso destrozar los azulejos que decoran una fachada de la ciudad. Una obra de los artistas José Manuel Gamero y Lola Chamizo que desde la humildad y el trabajo han sabido reflejar los hitos más representativos de muchos años de historia. Y es que posiblemente sea interesante plantear la creación de hornacinas al lado de cada elemento arquitectónico para acumular odio y desprecio y empaquetarlo al vacío destino el vertedero. Deberían aprender del artista inglés Bansky, que acumula oficio en fachadas urbanas de medio mundo, detrás de un antifaz con cara de  gurú grafitero. También deberían aprender de negocios como el que se encuentra en pleno barrio alto de Lisboa, un local que despacha futuros trazos y mensajes. Se dedican a vender arte, a ofrecer productos de poética urbana y localizaciones donde reflejar su buen hacer con el diseño.
Y es que esto de drenar paredes con declaraciones políticas, afectivas o hirientes viene de lejos. En la entrada de una panadería de Pompeya se ha encontrado una inscripción con un falo que dice: hic habitat felicitas, es decir, aquí habita la felicidad. Y no se nos olvide que para los romanos, la felicidad se identificaba con la fertilidad.  Bella inscripción que más de uno podría pintarse en las puertas de sus casas y sentir en sus carnes lo poco fértil que puede llegar a ser una pintada onanista sin clase ni mensaje.   

1 comentario:

  1. Buena reflexión sobre el atávico instinto de personalizar los muros del paisaje urbano. Pero, ¿dónde se encuentra la frontera entre arte y guarrada? ¿Existe ese confín? Es imposiblemente posible confirmarlo: es un conflicto subjetivo y, por tanto, un capricho de cada uno.

    Mientras tanto, yo solo exijo que se pinte con un poco de cabeza, que para otras cosas ya tenemos a la publicidad y una obsesión un poco perversa de restaurar lo viejo como si tuviera la obligación de parecer nuevo (vease ejemplos como Catedral o muralla de la Alcazaba).

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