LOS INÚTILES

Existen momentos, en lo que jamás, te arrepientes de pasar dos horas delante de una pantalla de cine. Existen momentos en los que durante esas dos horas de metraje, todo se convierte en instantáneas que adquieren una dimensión cósmica. En los anaqueles de ese particular álbum de foto de familia perdura en un antológico puesto “Los Inútiles” de Fellini. En el diccionario clásico de la lengua italiana Zingarelli “I Vitelloni”, título original, se recoge como tercera acepción: Jóvenes de provincia que dejan transcurrir el tiempo de manera ociosa o de un modo vacuo y frívolo ( Dal titolo del fim di F. Fellini, 1953).

Azcona al guión y Berlanga a la regiduría, quizás hubiesen podido ser los únicos en acercarse a esta joya del cine. Y es que seguramente no se puede contar tanto con tan pocas secuencias.  Los inútiles son un grupo de amigos a los que la narración de la historia descubre cuando ya atisban la treintena, y que viven apegados a las mismas costumbres que en el pueblo han existido desde que tienen uso de razón –esas dos fiestas estacionales, la veraniega y la de carnaval-, y a los mismos roles de relación adolescente, tanto entre ellos como en lo que respecta a sus semejantes.

Aunque agazapado bajo ciertas señas de comedia all’italiana, I vittelloni es un portentoso drama, que cuando fue presentado en 1953 se convirtió en una punta de lanza del neorrealismo emergente en la cinematografía italiana, y que nos habla sobre los inexorables efectos del paso del tiempo, desde la perspectiva subjetiva, lírica, personal(, autobiográfica) de su realizador, que orquestra a la perfección una película por lo demás bellamente fotografiada, y redondeada por una de esas gloriosas bandas sonoras de Nino Rota. Curiosamente, los años no parecen pasar para la película, que mantiene intacta su capacidad de sugestión.

Sentirse identificado con los personajes de esta película hacen más accesible la calidad mediterranea de las historias a contar en un metraje de cine... buen provecho.

Willy López (15-09-2011)