martes, 23 de noviembre de 2010

OLA DE INTERIOR

                                                                         Foto de Scott Bauer. Tailandia
El muy cabrón soñaba con coger una ola. La más grande, la que estaba más cargada de sal yodada, de esas con espumita clara que galibean la atención de los vecinos desde sus azoteas en la ciudad. El muy hijo de puta pretendía montarse en una tabla hecha de recortes de cupones sin premio. En su pesadilla: un bañador de papel de aluminio, una boina oscura y dedos refregados en manteca, para deslizar mejor.  Y tuvo, el muy suertudo, la combinación ganadora del euromillón, el premio que añoraba la parafina de sus sueños. Y canjeado el fajo de billetes, una tabla de luxe, con incrustaciones de coralinas diamantosas y con un shapeado digno de profesionales. Neopreno de mescalina mi amor y tabla en sobaco y con su recién adquirido sombreo de cowboy se dirigía actitud chulesca hacía la plaza mayor, la que está enfrente de la estatua del hombre que liberó la villa de libélulas gigantes. Cremita de protección solar en los pómulos, boca y cielo y tabla a la fuente de los tres chorros, a la espera de una ola de interior el muy cabrón. 
Willycorleone

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