lunes, 27 de septiembre de 2010

Atlántida pacense


¡Arqueólogos del mundo, uníos!, ¡Cread una nueva Atlántida de los restos de vuestro aburrimiento! Con estas palabras comienza Sir Ferdinand Sedlav su más que onerosa obra recopilatoria “Al-cities old”. Y no le faltaba razón, a este doctor en piedras antiguas. Desde hace bastante tiempo la ciudad de Badajoz apila obras artísticas en plazas y calles sin mucho sentido. El tema es serio, primero porque los Amigos de Badajoz son más amigos de algunos que tienen más estirpe pacense que otros. Una especie de reencarnación de las doctrinas consanguíneas de Mendizabal, ¡Madre mía qué miedo! Y segundo porque todos tenemos nociones, más que sobradas, para decidir los designios de nuestros inmuebles artísticos.


En esta ciudad todo el mundo conoce los entresijos de la arquitectura, todo personal que se precie de pasear por sus calles utiliza la jerigonza de escultores y pintores, todos somos el anatema de los ediles urbanísticos. ¡Y así nos crece el pelo! Este mural que pinta aquí, qué es eso del MEIAC, hasta cuando va estar el “divino Morales” vigilando los minaretes de la catedral y un sin fin de buenos despropósitos de los que de vez en cuando se creen los adalides del decorado de Badajoz. Y como respondió Ibn Marwan a su consejero de urbes desde el minarete de la ciudad a la pregunta, ¿Señor que vamos a meter en el parque de Castelar? Dejemos que nazca el último presidente de la república y decida él, si pavos o patos…

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