martes, 7 de diciembre de 2010

CAFÉ DE LA ESQUINA

Manchado

Entró en la cafetería con el casco de la moto puesto en la cabeza. Al sentarse formó un clamoroso estruendo entre las sillas de madera y el suelo recién encerado. Se dispuso para quitarse el yelmo de motorista y por el pico de la camisa sólo asomaba una enorme boca y de la enorme boca una lengua que acabó con todos los posos de nuestras tazas y un largo bostezo. Casco en ristre y de vuelta al anonimato.


Descafeinado

Cada jueves vienen a la cafetería. Él se sienta siempre de espaldas a la pared, es algo maniático en sus gestos. Básicamente ella habla, en cada espasmo, finalización de parrafada y perífrasis oronda de cotilleos varios coge todo el aire posible y continúa la perorata. Finge pasarlo bien, ríe y contesta con lacónicas sílabas. Un sorbo al café y una traición. Los miércoles viene con diferente acompañante. Los miércoles es mister Hyde.


Café sólo

Contó hasta tres, abrió los ojos y sopló ochenta y nueve velas. Cada año colonizan su espacio de libertad, su rincón inexpugnable. Un minarete de lecturas y recortes de periódicos. Los camareros le vigilan los labios, le surten de café y le vuelven a vigilar los labios y así hasta convertirse en el almanaque de sus vidas y lástima, este año no pudo soplar todas, le faltó el oxígeno, un pedropáramo octogenario.


 Willycorleone

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